sábado, 3 de mayo de 2008

Suplica nocturna

Dios, no me dejes acabar
con esta mujer en la noche.
Otra vez mi cuerpo no será de nadie
al no recordar su nombre.
Claudica el calor
o las ganas de ser acariciada,
de gritar al vacío, vació.
Resguárdame en tu paz
del sexo profano que tanto disfruto.

Porque hoy decidí amarme
y tocar mis genitales,
pensando que nadie fue tan claro
al verse a si mismo.
Será contemplar la belleza
de mis nervios.

Dios, así que no me dejes
sentir esos labios,
ni su aliento sobre mi cara.
Me incita, lo sé.
¿lo hará a propósito?
Amar no es mi destino
porque sé
que la soledad es más fiel
que cualquiera.

Dios, no dejes que raspen mis ansias
con carteles olvidados
de sus risas compradas.
Enséñame a comer sola
y a lavar los platos después.
Dios, ¡el alcohol!…
conjunta mi vano esfuerzo
de caminar en línea recta,
que tu también brindabas con el
y por ella.

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