lunes, 27 de septiembre de 2010

Arte para mequetrefes

Dos años, un mes, quinces días y aproximadamente ocho horas estudiando arte. Treinta y dos libros de teoría, siete biografías, cuarenta ensayos y doce artículos de “Art Forum”, leídos y reflexionados. Ciento veinte y tres trabajos de pintura, diez y seis videos y tres instalaciones. Puedo decir que ser artista tiene su chiste.
Todavía faltan en mi lista las exposiciones colectivas e individuales, los exitosos cócteles, los museos mainstream, los intercambios a Europa o Estados Unidos, las becas del FONCA, mi propio catalogo (véase aquí, páguele a tal), el programa del canal cultural, las postales, los libros, y todo con mi nombre.
¿Por dónde empezar? Suponiendo que estar en un lugar en especifico me hace ser alguien y a mi obra más. Suponiendo que si llego a tener dinero por vender mi obra, querrá decir que en realidad soy todo un artista. Entonces no tendré que preocuparme por nada, por que ya sabré quien soy y que es lo que hago. Y es así, cuando la gente logra ser feliz y trascender en la vida. Bien.
Lo único que me falta aclarar es si prefiero estar en la nomina de los jugos o de la del cemento, de la televisora o la telefonía, del banco azul o del banco rojo, a quién tendría que aplaudir para que me aplaudan. De qué color serán las pinturas para que combinen con los logos de los patrocinios, lo mejor sería hacer arte introspectivo, para que no moleste a nadie y viva en armonía.
Grandes ambiciones requieren grandes presupuestos, grandes artistas se complementan con audaces curadores, una rica cultura necesita de la inversión privada y con el arte se puede hacer de todo. ¿Pero qué es el arte para la gente que no recibe un peso por las transacciones artísticas? ¿Para que les sirven todas estas escuelas con todos sus teóricos adentro? ¿Tantas inauguraciones a la semanas y el agua de jamaica? ¿Cuál es la función del arte en un mundo tan disperso? Disperso y globalizado, conectado e indiferente. El arte para mequetrefes inundan las galerías y yo aquí, esperando mi lugar.

La enseñanza según Beuys

Pensar que el camino ya está dicho, es la respuesta fácil para ir construyendo la vida. Entonces naces, vas al kinder, la primaria, la secundaria, la preparatoria y todos estos largos años transcurren para escoger una universidad y determinar quien serás el resto de tu vida. Si en algún momento se te obstaculiza el subir alguno de estos peldaños, como ser social has fracasado. No alcanzaras la alta productividad que tu futuro destinaba, ni tu poder adquisitivo llegara en grandes barcos y la cultura emprendedora te dejará atrás, como a tantos otros. Por eso necesitas estudiar, porque requieres una casa, una familia, porque es absolutamente imperante ser alguien en la vida y aunque todos en la vida son alguien, hay gente que tiene carreras prometedoras y otros que nada tienen.
Algunas personas opinan que la posibilidad de escoger libremente qué hacer con tu vida, es parte de ejercer la democracia. ¿Pero qué tan real es la democracia en los institutos educativos? Después de todo, los sistemas de enseñanza son excluyentes hacia ciertas minorías, los programas escolares apoyan la cultura mediocre y principalmente, sirven para mantener al sistema andando, tal cual como está. Así, los centros de información se conforman por lo que permite el Estado, guiados por sus intereses dejan atrás materias que pudieran crear conciencia social, perpetuando la ingenuidad histórica y reafirmando al Estado como una maquina antirrevolucionaria. ¿En dónde se encuentra la democracia cultural cuando esta carece de herramientas para el cambio? La educación se basa en enseñar la norma, una norma inflexible e incuestionable, en donde las opiniones alternas se castigan o se rechazan.
La democracia se presenta como un sistema político ejercido por el pueblo, en donde las decisiones se toman en conjunto y un representante las lleva acabo o las transfiere a poderes más altos. La práctica real de la democracia es que uno puede escoger por quien votar como representante, sin embargo, los gastos de campaña, la distribución de las riquezas, los tratados internacionales, la seguridad social, entre otras cosas, quedan fuera de las manos del pueblo aunque estos sean los primeros afectados. El fracaso social de la democracia no tendría que recaer directamente en la democracia como modelo de gobierno, sino más bien en sus votantes. Un pueblo constituido por individuos sin autodeterminación, culmina en un pueblo tambaleante. Votantes sin directrices, ni capacidad de autogestión o activismo político.
La educación juega un papel primordial en las relaciones sociales, en donde se conjuga el conocimiento con el entendimiento para dar solución a los problemas de la comunidad. Lo que hay que plantearnos es que el Estado mediante la educación nos proporcione las herramientas necesarias para la concientización social o más allá de la escuela, haga llamados serios para la participación ciudadana. Si no, entonces cómo la población podrá ser un campo de inercia o control para las decisiones gubernamentales.
Existen fuerzas de control poderosas para la movilización social, cada campaña publicitaria, ya sea política o de mercado, modas de temporada o funcionarios ambiciosos, cada uno consigue a su manera que los individuos opten por ellos. ¿Quién publicita las otras opciones? Seguridad, salud, educación, ecología, empleo, protección de los recursos naturales, infraestructura tecnológica, vivienda, etc. Quizás necesitamos de grandes espectaculares plagados por todo el país, comerciales ingeniosos en los horarios estelares, anuncios en el periódico y cadenas de e-mails, para saber que necesitamos ser más demandantes con el gobierno y con nuestras propias expectativas como ciudadanos, estudiantes, maestros, padres de familia, etc. Y después de gastar millones, empezar a hacer algo.

lunes, 20 de septiembre de 2010

La política de las celebraciones

A diferencia de otros días, en México, las redes sociales en lugar de anunciar las nimiedades de los usuarios, las páginas se convirtieron en un cartel de protesta en donde la mayoría proclamaban –No hay nada que celebrar-.
Yo me pregunto en dónde estaban todos estos inconformes mientras se masacraban a las mujeres en Juárez, se declaraba la guerra al narco o validaban un presupuesto descomunal para la celebración de las fiestas patrias. Estoy de acuerdo, no hay nada que celebrar y no por que menosprecie los eventos que transformaron a una nación (por más tergiversados que sean), lo que aborrezco es la nación que somos ahora.
Supongo que tendrá que pasar otro año para que la gente de México se siente a reflexionar un poco sobre las condiciones del país y diga –uh, como que no me gusta- para después continuar con su vida mientras la gente se muere, pierden sus empleos o se les inunda la casa.
Después de todo, nosotros somos los que conformamos al país y son nuestros errores y la pasividad cotidiana, lo que deja que pasen las cosas. Somos nosotros los que no luchamos para rectificar los problemas de la nación, somos nosotros los que no protestamos para regular el presupuesto federal, somos nosotros los que decidimos ignorar en vez de hacer algo.
Si la gente se siente mejor por que una vez al año hacen protesta en el “Twitter” o el “Facebook”, bienvenidos sean, sólo espero que el día que les toque vivir la adversidad, crean que con sus actos hicieron todo lo posible para evitarla.