lunes, 5 de mayo de 2008

animal nocturno, soy

Baja la brisa como un animal nocturno,
ulula la paz en el bosque de mudos,
mi entumecimiento sólo se podría comparar
con tus parpados dormidos.

Compraremos mañana un mundo mejor,
porque hoy, se agotaron las ofertas.
Déjame perseguir tus disfraces
ya que no sé a quien escribir.

Existirás mar adentro,
donde la gente hace pausas
para encontrarse.

Y yo, en una de esas causalidades,
te buscare en el infinito
de promesas contables,
para volver a mentirte.

A creer que si te quiero,
por dos minutos más
seremos felices, después
seguiremos adelante.

Decir, yo estuve en su cuerpo
sin dejar rastro siquiera
y besé su boca
sin entender sus letras.

Y por eso pude quererla
y después olvidarla,
sin más,
seguiremos adelante.

domingo, 4 de mayo de 2008

fragmento

Si no te gusta, no te preocupes. No fue escrito para ti.
Cuando era niña, mi mejor amigo se llamaba Luís Arturo. Mis papás eran sus padrinos y tenían una larga amistad con sus padres. Luís Arturo y yo jugábamos por horas en su cuarto. Empotrábamos la puerta. Nos quitábamos los pantalones y después, me besaba el culo y yo a él. Más que besos, trompetillas. Le gustaba ver mi vagina y tocarla. El juego empezaba siempre con frases parecidas a ¿quieres ver el lunar que tengo en el pilín? o simplemente, vamos a jugar en mi cuarto sin mi hermana. Todos los sábados en la mañana, mi papá y el suyo jugaban fútbol. A veces los acompañábamos e íbamos a desayunar después. Una mañana, nos encerramos en el carro y mientras Luís Arturo me mostraba su lunar, llegó mi padre. Abrió la puerta y de un jalón de orejas me sacó del carro y gritando repetía, ¿cómo puedes avergonzarme así? Mamá se enteró, me sentó en la cama y solemne, murmuró, le dices a Luís Arturo que si te toca otra vez, le quemaré las manos. Por supuesto, fui a contarle. Imposible olvidar su cara. Dejé de verlo y de desayunar los sábados después del fútbol. Al entrar a tercero de primaria volví a jugar con mis nuevos amigos todo lo que aprendí con Luís Arturo. La diferencia es que ellos eran tres. Fabián, Zadok, y Alan. Alan era un niño cualquiera y oficialmente era mi novio. En esa escuela había alberca y las duchas, para diversión de todos, eran mixtas. Una tarde después de nadar, encontré a Alan solo bañándose. Así que decidí desnudarme y decirle que quería hacerle el amor. ¡Qué absurda! Él, tembloroso, se acercó y vistiéndome de nuevo, intentaba convencerme de que eso no estaba bien y lastimoso decía, yo te quiero. Pobre niño. Después de eso, nuestra relación no fue la misma, estaba demasiado asustado y dimos por terminada la relación. En secundaria las ideas del lesbianismo me comenzaron a agobiar, no tenía con quien platicar abiertamente sobre el tema. Así que opté por el alcohol y encerrarme con cuatro amigos a masturbarnos en la casa, cada quien en un cuarto, por supuesto. Todo iba bien hasta que un día en mi puberta borrachera, metí una manguera a mi casa hasta inundarla. La oleada arrastró esta historia a la ciudad de Monterrey, donde me mandaron a vivir con mi abuela. Caí en una decrepita casa donde el numero de gatos, ratas y cucarachas superaba por 1000 a los habitantes, contando a mi tía casada con un gabacho de lo más insípido y sin hijos, más otra tía soltera y cuarentona posiblemente lesbiana o incestuosa. En pocas palabras, personas que no tenían idea de cómo educarme. La libertad y el dinero me orillaron a la cocaína. Lo digo sin reproche. Adoré mis años dorados en los que conocí a mi primera novia. Ella me gustó porque le gustaba Nirvana y desde que lo supe, el amor floreció. Ella, igual que Luís Arturo, tenia sus claves cuando quería ir a jugar. ¿Quieres ver las cortinas azules que tengo en mi cuarto? Mis amigos, mi novia y la nueva familia, me hacían feliz. Pero nada fue suficiente como para quitarme lo loca. Se me ocurrió robarme un carro. Malísima idea porque no sabía cómo hacerlo y acabe en el bote. Saliendo de ahí, amablemente fui recibida con un boleto sencillo hacia mi ciudad natal. Entrando a la prepa, conocí a mi segunda novia. La chica mas chichona de la prepa y un poco jorobada. Experimenté con ella mi lado activo. Por meterle los dedos todo el día, olvidé ir a la escuela y me corrieron. Los siguientes años no tienen relevancia, hasta que conocí a la maestra Paola, quien daba clases en la prepa abierta de mi mejor amiga. Fue amor a primera vista, sin exagerar. Estaba casada y con una niña de tres años. Con ella aprendí el amor, la tortura, y la desgracia. Cuando cortamos, yo juraba que nunca iba a encontrar a alguien que me hiciera sentir como ella. Su ausencia ha sido autora de cientos de historias que he escrito en este blog. Se dice que un clavo saca a otro clavo. Lo intenté y el hoyo se hizo mas grande. La nueva chica con la que comencé a salir resultó ser una puta ejecutiva. Claro, yo me entere tres meses después de cortar con ella y pasé una semana vomitando mientras me entregaban los análisis. Hablar de ella, sólo me produce malos recuerdos y a veces, nauseas. No hay nada peor que ser una victima de la vida. Lo que es cierto, es que me han visto repetidamente la cara de pendeja. Mi ultima relacion fue larga, es lo unico que puedo decir. Ya que ella me prohibio hablar de ella, me parece triste que no entienda que es mi unica manera de retenerla, y veeme, sigo escribiendole...a veces me parece inevitable

ceramicas

Recordar es un ejercicio que no a todos nos conviene, pero dada la suerte que la memoria es un juego que viene aparte y de repente nos sorprende. Uno opta sin más, al entendimiento del pasado y a un pretencioso presente. Entonces estoy yo, sentada en mi cuarto con un techo de teja, abrumadísima por el calor y el desorden, que visualmente me provoca ansiedad. Jamás la suficiente como para levantarme en un impulso y asearlo. Mientras, dejo que los mosquitos me rodeen, mi madre llama tres veces al día, charla casual y repetitiva. A veces pienso que el tener una hija es su hobbie. Llega esta idea e involuntariamente recuerdo que cuando era pequeña, mi madre me llevaba a clases de cerámica. Cerámica temática, creo, ya que hacíamos piezas por temporadas; en primavera a Bambi, por noviembre un espantapájaros y en navidad a Santa Claus. Nada de Reyes Magos, estábamos en la Condesa. Oh, aquel impacto que me provocaba entrar al taller, sus estantes llenos de colores y pinceles, cerámica blanca aclamando por el mal gusto de sus ociosos decoradores. Ahora entiendo los modos de mi madre de pasar tiempo conmigo. Como oleada vienen los reproches antaños, los malos momentos, los extraños. Mis padres peleando en el departamento de Santa Fe, mientras me ocultaba atrás del sillón café con rosas rojas. Cuando me corte con un cristal perdido en el patio y que mi rodilla lo encontró. Mi abuela cuando era lucida y yo no, como para saber quien era. Total, era una niña y jugábamos a las “desgreñadas” y me tiraba de la cama. Así que el hecho de haya dedicado su vida al alcoholismo, no me movía, me encantaba estar con ella. El saber mata, llevo años evitándola.
Al pensar en mi madre tiempo atrás, la visualizo siempre llorando; en la cocina, en la sala, lavando platos, recostada en su cama, escribiendo en su cuaderno e incluso, manejando. A través de ella, conocí la soledad hasta experimentar la propia. Desde que ya no vivimos juntas, la imagino en su cuarto envejeciendo. Sus pómulos cediendo al olvido, las arrugas marcadas de alegrías y penas, las manchas de sol. Me pregunto si sigue oyendo Manu Chao mientras cocina. Mi infancia se me fue de las manos, y de un tiempo para acá, el pasado, pasa desapercibido. ¿En que momento de la vida me convertí en lesbiana? ¿Drogadicta? ¿Egoísta? ¿Sarcástica? Lo que sea que soy, temo un día no recordarlo. Hoy, me gustaria pintar cerámica contigo.

sábado, 3 de mayo de 2008

a mi padre

Siempre sospeché que mi padre me había violado en la infancia. Algo tan grande que me ataba a él. Miro en el espejo y lo encuentro, en especial cuando rió, lloro o trato de convencerme de que las cosas no están pasando. La primera vez que me corte el cabello, mi mejor amiga me dijo que cada día me parecía más a mi padre. A veces disfrutaba la sensación de semejanza, hasta que tuve problemas para venirme con mi propio sexo. Te confieso que me masturbo pensando en jalármela. Me siento confundida, es como desterrar mi nombre.
Mi papa me violó a los ocho años, cuando le mostré una poesía que había escrito inspirada en “Aladino” de Disney. La leyó y con voz severa me dijo –creo que eres una persona muy depresiva- y pues si, me deprimí y deje de escribir durante años. Mi padre me violó al enseñar a rendirme, a aceptar la miseria y el fracaso y que no importaba nada, él me quería. Aprendí también que tomar las cosas con sarcasmo es mejor que seguir luchando.
Mi padre es su padre y yo no nací siendo niño para seguirles el juego. Hoy te escribo para darle luto al hijo que ahora, jamás tendrás. Tengo que nacer.

mujer y tinta

Mi vida se fugó al escribirte, en un fútil e ingenuo intento por retenerte. Recuerdo nítidamente, creo, los días de desvelo que di cara a la computadora, tratando de describirte. Tener un poco de ti en mí, suficiente.
Fueron esos que me sentí más poeta que pintor, más amante que humano y la estrella más lejana de todo tu universo.
Todo objeto cualquiera bastaba para que la ingeniosa memoria te situara en alguna parte de mi vida, real o ficticia. Si no era el pasado, fue el futuro que no fue. Cada paso aprendió a seguirte hacia ninguna parte y la obsesión se convirtió en mi estilo de vida.
Un día, sin intención de ponerle adjetivo, como de costumbre te seguía escribiendo. Invadida la conciencia de esta sarna maldita, - amor-, el sueño me procuró y te llame una vez más, deseo. Voltee la hoja donde escribía y la agite con fuerza por si salías. Nada pasó y seguí escribiendo. Examine el papel hasta dejar recargada mi nariz sobre el ocaso de un amante empedernido. Sin más que hacer, dormí. Aferre mi sueño a las letras para que también ahí pudieras acompañarme y poder decir, que una vez más, pasaste la noche conmigo. Mi codo torpe y mi vano cuerpo, se movieron involuntariamente, derramé la tinta que con tanto recelo mantenía en el frasco. Para guardar alguno de tus secretos, para el día siguiente. La tinta se disolvió con las letras hasta confundir su significado, de ahí, nació una mujer. La madre e hija de todos mis sueños. De senos oníricos, las canciones que nunca existieron, cantaron para ti.
Con el tiempo y la ausencia, dejaste de ser de carne y hueso para cubrir mi cariño en carbón y madera, aún más perfecta que en vida por que en sueños, puedo retenerte. Amiga del mismo mundo.
Ahora escribo con ella y sobre ella, acompañándome en cada letra.

la playa

Sudaría mi voz para empaparte de risas,
mis labios abono para tu semilla,
agua, florecer y que en mis charcos te reflejes.
Eres la piedra que hace onda en mis ríos.
Te mantengo, te remuevo desde el principio
hasta mis desembocaduras.
Convertirte en arena, de esta, mi playa.
Por que es en ti en lo que piensan mis rayos.

nostalgia

Perdone al destino por no resguardarte a mi lado,
hice una tregua con mi vida y agradecí al tiempo.
Ahora tengo una lista de todas las cosas
que quiero contarte.
Quemé reproches y fracasos,
para mantener intacto tu altar.
Vuelves a ser estrella,
memoria perenne del espacio de mis sueños.
Mi ansia transformada en anhelo
de tus ojos tristes.
Estoy en paz, no te veo
pero te sigo imaginando, escribiéndote, extrañándome.
Ahora sé que eres capaz de amarme
del otro lado del mundo, del tiempo, de la cama.
A obscuras y en silencio, me amas.
Que irónico alivio, es esto lo que compartimos
para así manter nuestro amor
lo echamos de menos

santa claus

Ojalá creyera en el amor de novela, cerrara los ojos y dispusiera a perder. Creer en la infinidad y lo perenne. Saltar alto, caer fuerte, salir ilesa. –Me gustaría volver a creer en santa claus- esperar a que llegues, besar la vida, concluir las cosas. Jamás saborear el odio o el poder, cazador de fantasías. Que tu risa bastara, eso y el aire. Sólo necesitar un planeta para compartirlo contigo. Ojalá y la tristeza se derramara con granito, con lagrimas y que estas no sólo fueran una prueba de ella. Ojalá, ojalá, ojalá que también la lluvia se llevara la muerte, hacer cenizas de la enfermedad y regar las flores. Ojalá y creyera en santa claus. Que me hablara el espejo dando fuerzas para abatir el cansancio de mis pestañas. Ser uña y cortarla, ser flor, sentir sol; quizás, ave, quizás vuelo. Un corazón entero, viento en popa y con el delirio, muero…
si creyera en santa claus, vendrías con él el próximo diciembre

la tina y la mala amante

La recuerdo como si nunca hubiese existido,
como si su tono rojizo de piel jamás me hubiera tocado
y sus cabellos entre tantos güeros me enternecieran.
La recuerdo como quise y puedo, amarrándose la trenza
empujando hacia la nada su labio inferior,
mordiendo el de arriba.
Riendo, haciendo como si no la viera,
fingiendo que tampoco me veía.
Su alzar de cejas, sus expresiones repetitivas.
Yo, sólo útil para contemplarla.
Las largas despedidas que duraron más que los encuentros,
sólo me quería al partir o prometiendo regresar.
Cuando la admiraba entre sueños y le besaba la espalda,
sintiéndome incapaz de llegar a ella.
La tuve tan cerca durante tantas noches sin estar conmigo,
ahogándome de penas a su lado.
Cuando encontraba ya todo perdido
tomaba mi mano, sin dejarme escapar.
¿qué podría hacerle en aquel tiempo si la quería?
¿qué podría hacer ella si la quería?

promesa num. 1

Vacíame de este vació
con este vaso que es de sueños.
Vacía mi aire con un suspiro,
llena el cubo con más cuadrados.
Dibujo a rayas, dibuja a letras
y canta con la mano poesía de tus labios.
Si no basta, bastara…por un momento,
por un momento yo te cambio
tres días de sueños, cinco cartas, dos deseos

Espacios

Creo en un mar
de caricias perdidas,
en cielos de besos
y sin-razón, los ocasos.
Creo en la lluvia
y la evaporación de cenizas,
en constelaciones lejanas
que resguardan tu risa.
Llevo mi guitarra afable
de crudas-cuerdas vacías.
Tarareando recuerdos,
semi-desnuda y vestida.
Duermo con mis libros a lado
y tú silencio del otro,
del otro lado del mundo posible.
Detrás de mi lámpara,
la cual sólo alumbra tu ausencia,
con una luz que es más mía
que de nadie.
Espacios vacíos
son solo espacios,
que sin embargo
te guardan.

el sueño de eva

Eva juega al edén.
Todo Adán es hombre, Dios dijo.
Eva canta manzanas;
Evas malas, evas vanas
Evas de ellas,
de costillas y esperanza.
Eva beso, eva abrazo,
desnudas sudando ocaso
para bebernos entre nosotras,
las Evas, afroditas y paganas.

la muerte de giganton

Ayer, 10 de marzo, un amigo murió.
Se llamaba Gigant pero le pusieron Isaac.
Tenía 22 y se quedó dormido
o soñando…
Presentamos el mismo examen para ingresar a la UNAM
y ahora, igual y ninguno de los dos entre.
Yo creo que murió de madrugada,
mientras yo andaba por las calles del centro.
Estaba un poco drogada manejando
y el tiempo se detuvo como calida brisa.
Baje la velocidad y un taxi me rebaso,
un carro se pasó el "alto" y lanzó al taxi por el aire.
Ese día en la mañana pensé en hablarle a Gigantón.
Fui al cine en la tarde,
veía una película cursi y conmovedora.
Sonó el celular y salí rápidamente
pensando que me llamaba mi novia.
Era un amigo de la secundaria,
con voz nerviosa dijo:
- …¿Karen?... Gigantón ha muerto-
No sé que dijo después ni que hice,
de un momento a otro veía los créditos en la pantalla,
después, manejaba mi carro, llegaba a mi casa.
Hasta que recibí una llamada que me despertó.
Caí en cuenta de que llevaba 5 hrs. en el mismo sofá.
También recordé que saliendo del cine,
por casualidad o no sé que,
coincidí con la ex novia de Gigantón que hace años no veía.
Le grité por su nombre y cuando volteó,
supe en sus ojos que no lo sabía.
Cobardemente salieron las palabras
de mi boca,
en medio de un estacionamiento gris
se enteraba de su amante muerto.
Él siempre decía que éramos las dos mujeres de su vida.

Hoy fui a la misa.
Todos nuestros amigos vestidos de negro
se abrazaron. Platicamos.
Unas señoras cantaron la guadalupana,
recitaron "por mi culpa, por mi gran culpa"
Ellas ni siquiera conocían a Gigantón,
parecía que nadie lo conociera,
si él hubiera estado ahí
estaría cagándose de la risa.
Acusándolos por ser siempre la misma bola de pendejos
- "¡están de la veeerga…gueey!"-
La gente se apartó para dejar pasar al féretro,
quise aventarme a detener el ataúd.
Gritar -¡Bruno, no dejes que se lo lleven!-
De alguna manera sentía que si Isaac no entraba en la carroza,
no estaría oficialmente muerto.
Me limite a llorar.

Hoy les pido que cuando muera
no hagan misa
ni contraten la presencia de extraños
para que piensen que muchos me querían.
Despójense de mi cuerpo
que para ese entonces de nada servirá.
No dejen que lucren con la muerte
ni sean educados ni hablen bajo en el velorio
o peor aún, se sientan culpables por reír.

Hoy principalmente, les pido a mis amigos que no mueran.

chello

Pasó por detrás de su espalda, llegó a la ventana y se recargó en el marco, como dispuesta a perderse en la nada. Sintió en el aire un sonido nuevo que la estremeció, se combinaba con el eterno vaivén de una silla vieja. Caminó hacia ella, posó sus manos en el respaldo y con un suave movimiento se inclinó a besar su cuello.
Hubo un silencio mientras se rompía el hechizo. -Ya tocas mejor- le dijo, sintiendo hurtar la paz de un mundo ajeno. Volteó con una enorme sonrisa y su voz cálida respondió -pensaba en que te hacia el amor-. Con una mano sujeto firmemente el mango de aquel instrumento, con la otra, lentamente acarició sus curvaturas, como si palpara un cuerpo en plena oscuridad. Jugó con las notas con ansia y esa maldita desesperación por quitarle la ropa. La intensidad incrementaba lentamente, casi violenta. Su boca se distraía en besar el mango, mordiéndolo. Arañó las cuerdas, las estiraba, ahorcaba cada compás y cada compás incitaba deseo. Su lengua cobró vida propia cantando para si hasta perderse en el espacio. Dejó abrir sus poros hacia la resonancia, secretando por su piel los más íntimos deseos. Cuando no pudo contenerse más, montó el chello, lo frotó entre sus genitales. Su respiro lento y desesperado se convirtió en armonía. Gemía entre silencios, por espacios y tiempos. Sin darse cuenta, salieron cuerdas de sus senos y era ella su instrumento. Cada nota la empujaba al éxtasis, quería romperse, explotar, desmoronarse. Convertirse en melodía y extraviarse en el eco. No sentía la cabeza. Su vagina era una caja acústica que vibraba en sus adentros. Quiso llorar, torturada, ya no sabía ni como reaccionar. Antes de colapsarse, oyó una voz a lo lejos que decía -ya tocas mejor-.

logica tutti frutti

De mis razones tutti fruti,
te regalare un helado
sabor realidad...( ¡ ah, ja ¡ )
con chispitas de nostalgia.
¿En cono o en barquillo?
o en una navecilla espacial.
Para ver si por fin
encuentras
mundos mejores
y si acaso son peores,
mejor,
para que dejes de quejarte de este.

negación

Hoy voy a empezar a hechizar este silencio,
estas leanas y la sal de mi boca.
Hoy renuncio a la felicidad
para borrar toda tristeza
y emancipar al sosiego.

Hoy me levanto queriéndote
sin quererte a mi lado.
Despertar junto a ti
me produce un nudo en la garganta.

Hoy derramo las últimas lagrimas
y esparzo todas las palabras
que ya no tendre que decirte.

No esperare más de ti,
sólo la noche y con ella el sueño,
quizás, la calma.

Hoy jugare a caminar
con la cabeza en alto,
con la cabeza vacía
viciada de ti.

el brindis de la abuela

Mi abuela, el 22 de dic. del 2006 marcó a la casa. Contesté al segundo timbre y de inmediato identifiqué su voz. Me saludó con ese tono cansado de dientes postizos y preguntó por costumbre, supongo, lo que estaba haciendo. -Leyendo- le dije con desgano.
-¿vas a venir?- susurro con esa voz chantajista que tantas veces me hastío en la infancia.
-no, iré a monterrey
-mmm...¿hace cuánto que no nos vemos?
-como tres...-
-¡años!- irrumpió mi abuela, en vista de empezar su ataque
-no, meses… (afirme cortante)
-Fui a tu aniversario, abuela- (le respondí ya más condescendiente)
Para mi la fecha de su aniversario de AA era un martirio, en donde nos congregábamos en caravana familiar, viajando desde la ciudad de México hasta un pueblito llamado Cárdel en el estado de Veracruz.
El benemérito de su sobriedad que por esas épocas festejaba ya más de treinta años. Era la representación de un comportamiento errático de parte de mi abuela y de la turbulenta idea de la herencia familiar.
Mi abuela dejó de beber después de ser abandonada por sus hijos ya mayores. Muy tarde, algunos piensan. Mi tía se había convertido en una esposa libertina desde los dies y seis, con tres hijos de quien sabe quien, en brazos. Mi tío un maricon de medio tiempo con esposa, hija y amantes; y mi madre, una abstemia empedernida que estudió psicología para desglosar sus propios fracasos tres veces a la semana con módicos ingresos.
-ay, mi hijita, tu abuela se está haciendo viejita- cortó mis pensamientos con voz lastimera.
Reí en mi mente. Pues qué tipo de vejez la de mi abuela que se paseaba desde hace varios años con un hombre de la edad de mi tía, lo cual era un secreto de paridad. En la intimidad de su cuarto él le peinaba dulcemente su cabeza blanca, la maquillaba y le ponía los zapatos después de un largo masaje en los pies, que tantos años de tacón habían deformado. Era una escena espeluznante, como sacada de una película de Hitchcock.
-bueno, hijita, te la pasas muy bien y feliz navidad-
-si, abuela, gracias- y colgó
En ese momento me sentí aliviada, caí en la cuenta de que no tendría que volver a visitar a mi abuela porque podrían pasar tres meses o tres años y ella ni siquiera notaria la diferencia. La pregunta que me viene ahora, es qué pasara con cuando relea este texto, el día en que ella muera.

oficio

En una noche de excesos
yo parto a abrir la ventana.
Entre sabanas blancas,
la sangre,
recuerda quien soy
dónde va mi sepulcro
Grito, rió y lloro,
con la misma gentileza.
Porque uno no puede
reír sin gritar o
llorar sin reír.
Así que navego
durante tres días de sal
y costumbres rotas,
(la raíz de mi patria)
donde los bosques
mueren ahogados
y los ahogados mueren de pie.
Yo que no tengo banderas
ni mascaras,
porque no tengo oídos
ni boca.
Yo que no tengo
más que eso
…Yo deseo.
Comparto también;
a las tribunas sordas
a los aplausos mancos
a ti leyéndome desde el infinito
de tu credo.
Al morir,
mis posesiones serán
una pluma,
y mi pluma, será tu legado.

himno del asalariado

Oda a las palmeras que cubren la calle
y los árboles que nunca se han cansado de tirar sus hojas,
mas yo si de barrerlas.
Oda a la señora que vive en el piso de arriba
y hecha alpiste desde su balcón
cuando los pájaros están a dieta.
Oda a mi trabajo de nueve horas
que ha desarrollado mi imaginación
por pura supervivencia.
Oda a la rutina y los nuevos días
que durante el año parecen iguales.
Oda al amor que ya no sé de qué es
ni quién soy yo
…¿ y qué pasara con de ella?
Oda a este ocio que me hace escribir
y a ti leer.
Oda también a las flemas
¿por que no?
a los capuchinos,
a los alborotadores y arribistas,
a los menos, que más
tuvieron o supieron hacer.
Oda a los todos y al alguien,
ese siempre tan mencionado.
Oda al que se joda,
al que llego tarde a la boda,
a la misa, a la vida en si.
Oda al ahora,
tan trillado
y a mi turno que está por acabarse.

claustro

Este claustro llamado olvido,
ese adiós que di
esperando que regreses.

Llego a mi casa
y espero verte,
saber que tu cuerpo
no es de nadie
porque esta conmigo.

Después de pensarlo
me siento estúpida,
sola,
necesitando de ti para olvidarte.

Al verte, el orgullo podrá negar
que te sigo escribiendo,
que cree una maquina evasiva
para volver al dolor, pretexto.

Aunque en las noches piense
-seguro me extraña-

senil

Mi desvelo en el ojo
con el sueño en la pestaña
y la mugre de las uñas.
Si recogiera mis canas
para sentirme más viejo,
si oyera menos
al fin de sentirte más.

anonimos

Dejare de pensar
y escribiré un libro
para sacarme del hambre
y el anonimato.
Se llamara como tu
porque no tengo a nadie
mas quien escribir

Suplica nocturna

Dios, no me dejes acabar
con esta mujer en la noche.
Otra vez mi cuerpo no será de nadie
al no recordar su nombre.
Claudica el calor
o las ganas de ser acariciada,
de gritar al vacío, vació.
Resguárdame en tu paz
del sexo profano que tanto disfruto.

Porque hoy decidí amarme
y tocar mis genitales,
pensando que nadie fue tan claro
al verse a si mismo.
Será contemplar la belleza
de mis nervios.

Dios, así que no me dejes
sentir esos labios,
ni su aliento sobre mi cara.
Me incita, lo sé.
¿lo hará a propósito?
Amar no es mi destino
porque sé
que la soledad es más fiel
que cualquiera.

Dios, no dejes que raspen mis ansias
con carteles olvidados
de sus risas compradas.
Enséñame a comer sola
y a lavar los platos después.
Dios, ¡el alcohol!…
conjunta mi vano esfuerzo
de caminar en línea recta,
que tu también brindabas con el
y por ella.