sábado, 28 de febrero de 2009

Zuri (segunda parte de "los ochentas")

Es de noche y llueve a cantaros, el frío convierte cada minuto insoportable. El agua resbala por la minifalda de charol mientras penetra en mis bragas. La calle está desierta y nos miramos unas a otras con pestañeos de desesperanza. Intentó prender un cigarro que acaba rompiéndose por la lluvia, lo aviento con desdicha al piso. Era el último que me quedaba. Una risita sosa irrumpe a lo lejos. Es David, con diez años menos. Se despoja de una chamarra sport para abrigarme la espalda. Entre un abrazo, me dice –Ven, déjame sacarte de aquí-

Fuimos al mismo café que el día de mi cumpleaños. Mi resentimiento se escurría con el agua, mientras David relataba con entusiasmo el desencadenamiento de aquella noche con el morenito. Ahora vivía con él en un departamentito en la Roma, se lo había presentado a su madre y para cerrar con broche de oro, incursiono una nueva modalidad en su empresa; cruceros gays. Siguió con cada detalle ridículo de lo que significada despertar cada mañana con su hombre. Cosa que en realidad ignoraba, ya que ningún cliente me ha durado tanto. Toda esa cursilería comenzó a marearme como algún día lo intentó su morenito. Al tener esta idea reí en mi mente, tomé su mano y con un tono sutilmente sarcástico le dije Sí, sí, están hechos el uno para el otro. Sonrió complacido y halagado; este gordito siempre fue muy ingenuo. Dio una ojeada rápida al lugar y como si hubiera tenido una reciente idea, me dijo –El negocio esta creciendo y parte de mi felicidad la debo a ti. Quiero ofrecerte un empleo, necesito alguien que sea bueno en los negocios- Reí a carcajadas hasta caer en cuenta de que era una oportunidad para cambiar mi vida. Miré a David temeroso , por encima de sus cachetes sus ojos brillaban. Tomé su mano en forma de agradecimiento y lloré discretamente. – entonces ¿si?- Replicó emocionado, sujetando mi mano con fuerza. Déjame ver mi agenda…(escudriñe mis uñas) ¡por supuesto que sí, gordito! Nos abrazamos como viejos amigos, celebrando el triunfo de la promesa de un mundo mejor.

Las ventas eran fácil de cerrar, toda aquella mariconería estaba dispuesta a pagar lo que fuera con tal de fantasear con sexo en altamar. Junté dinero para dejar la pocilga que mucho tiempo fue mi oficina nocturna, por así decirlo. Busqué en el periódico por algún cuarto en renta hasta que encontré uno en la Roma; ofrecía agua, luz, gas, tele, muebles y hasta aire acondicionado. Suficiente para mi, llamé y concerté la cita para esa misma tarde.

Me recibió un hombre alto y moreno, un poquito pasado de peso aunque no opacaba su galanura. Vestía un traje de motociclista con unas botas tan sexys que casi le gritó en la puerta ¡si, si, quiero vivir contigo! Me enseño el cuarto, que a pesar de ser muy chico, hecho de lamina y ladrillo, tenía su lado acogedor. El aire acondicionado en realidad se refería a un aire lavado de principios de los cincuenta, el termino de amueblado se restringía a la cama y una diminuta repisa; pero para ser sinceros, un mueble más y yo no cabría. Entregué el dinero y sólo con tocar su mano, me dieron ganas de quedármela para siempre. El hechizo tardó pocos minutos en romperse cuando me presentó a su novia, una flaca sin chiste y para colmo, contadora. Total, ya le había pagado y todo hombre tiene derecho a cambiar de opinión y de bando en cualquier momento de su vida.

Mi cuarto se encontraba en la azotea, abajo vivía él y en la casa de enfrente su hermano; un marihuano sin mejor que hacer que estarse quemando las uñas todo el día he ignorar a su esposa canadiense. Una bonita familia sin duda. Así pasaron los días, ganaba buen dinero en la agencia y lo ahorraba obsesivamente cual judío; para regresar a la casa solo. Con el tiempo comencé a conocer el vecindario, a dos cuadras había un mercado con todo lo necesario para comprar comida. De vez en cuando, me encontraba con un niñito escuálido y frágil, como de veinte años. Siempre usaba bermudas, calcetas y gorra. Descubrí que vivía enfrente de mi casa y por alguna extraña razón, comenzó a despertar mi curiosidad. Un día cruzamos caminos y unas cuantas palabras, cada vez que nos veíamos la charla se prolongaban más hasta hacernos amigos. Yo notaba algo raro en él y a ciencia cierta no sabía lo que era. Su nombre era Zuri, vivía con su madre que sufría de diabetes y la estaba dejando ciega. Él gastaba su juventud en rondar por la colonia y decir cosas raras sin aparente procedencia. Su inquietud me divertía y la volatilidad de sus manos al romper jarrones a su paso.

Una tardé cualquiera, Zuri me invitó a su casa a ver películas como era acostumbrado. Puso “Boys don´t cry” y al final del film, acabó llorando. Siempre fue muy extraño pero esa reacción era completamente innecesaria, a menos que tratará de decirme algo. Y en efecto, la verdad se reveló. Zuri era una transgénero. Cambio que sobrellevo sin problemas, ya que su madre a causa de la ceguera jamás se dio cuenta que su niña era todo un jovencito ahora.

Nunca me atreví a preguntar como se las ingeniaba para orinar de pie, acontecimiento que había presenciado con anterioridad. Y dada la cosa de que yo orinaba sentado, supuse que Zuri era tan normal como yo. La amistad se afianzo como si fuéramos hermanos y pasábamos las tardes haciendo joterías; hablábamos de los chicos-chicas y chicas-chicos.

La obsesión por mi arrendador crecía cada día y se opacaba en las noches cuando oía los gemidos orgásmicos de la pareja bajo mi techo. Algunas ocasiones llegué a masturbarme pensando que era a mí a quien penetraba. Aunque en general, mi relación con él se tornaba frustrante.

Pero la vida sigue aunque su rumbo no sea el deseado, después de todo tenía mi trabajo, a David y su morenito, y Zuri que me había hecho su primer confidente y por lo tanto su mejor amigo.

6 comentarios:

ix dijo...

ya quita tu verificador de palabra, INGRA!!!

ix dijo...

INGRA tu BRENA

ix dijo...

INGRA tu BRENA TERSI

ix dijo...

y ya, peritcho.

Sara Chabela dijo...

Escribe mas ¿si?

clarademnete dijo...

hey, gracias por leerme y si, tengo, debería terminarlo. el problema es que a veces la vida me distrae, jaja. me interesaron algunas cosas de tu blog, igual y contactame para ver si podemos colaborar