viernes, 1 de octubre de 2010

Doce vacas menos en el rastro

En lo que va del año han asesinado a varios políticos, entre presidentes municipales y alcaldes de diversas provincias, la cuenta llega a doce. No sé si cuando la gente se entera de esto en las noticias, sienta miedo o alegría. Y si como dicen, que del odio se pasa al amor, las televisoras han logrado ir del miedo al entretenimiento. Al final, la guerra contra el narco, ha sido la guerra de los desparecidos y mutilados, todo por llevar adelante una campaña política en donde la gente sigue enterrando a sus muertos. El periodismo de la misma forma ha sido mutilado, la libre expresión en México se sentencia con la muerte. Lo más difícil hasta ahora es saber quien de los dos bandos son los buenos o los malos, ya que entre tanta corrupción y el abuso de las autoridades, ya no sé si para el próximo sexenio iré a votar o a comprar un guato para sobrellevar el mal tiempo.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Arte para mequetrefes

Dos años, un mes, quinces días y aproximadamente ocho horas estudiando arte. Treinta y dos libros de teoría, siete biografías, cuarenta ensayos y doce artículos de “Art Forum”, leídos y reflexionados. Ciento veinte y tres trabajos de pintura, diez y seis videos y tres instalaciones. Puedo decir que ser artista tiene su chiste.
Todavía faltan en mi lista las exposiciones colectivas e individuales, los exitosos cócteles, los museos mainstream, los intercambios a Europa o Estados Unidos, las becas del FONCA, mi propio catalogo (véase aquí, páguele a tal), el programa del canal cultural, las postales, los libros, y todo con mi nombre.
¿Por dónde empezar? Suponiendo que estar en un lugar en especifico me hace ser alguien y a mi obra más. Suponiendo que si llego a tener dinero por vender mi obra, querrá decir que en realidad soy todo un artista. Entonces no tendré que preocuparme por nada, por que ya sabré quien soy y que es lo que hago. Y es así, cuando la gente logra ser feliz y trascender en la vida. Bien.
Lo único que me falta aclarar es si prefiero estar en la nomina de los jugos o de la del cemento, de la televisora o la telefonía, del banco azul o del banco rojo, a quién tendría que aplaudir para que me aplaudan. De qué color serán las pinturas para que combinen con los logos de los patrocinios, lo mejor sería hacer arte introspectivo, para que no moleste a nadie y viva en armonía.
Grandes ambiciones requieren grandes presupuestos, grandes artistas se complementan con audaces curadores, una rica cultura necesita de la inversión privada y con el arte se puede hacer de todo. ¿Pero qué es el arte para la gente que no recibe un peso por las transacciones artísticas? ¿Para que les sirven todas estas escuelas con todos sus teóricos adentro? ¿Tantas inauguraciones a la semanas y el agua de jamaica? ¿Cuál es la función del arte en un mundo tan disperso? Disperso y globalizado, conectado e indiferente. El arte para mequetrefes inundan las galerías y yo aquí, esperando mi lugar.

La enseñanza según Beuys

Pensar que el camino ya está dicho, es la respuesta fácil para ir construyendo la vida. Entonces naces, vas al kinder, la primaria, la secundaria, la preparatoria y todos estos largos años transcurren para escoger una universidad y determinar quien serás el resto de tu vida. Si en algún momento se te obstaculiza el subir alguno de estos peldaños, como ser social has fracasado. No alcanzaras la alta productividad que tu futuro destinaba, ni tu poder adquisitivo llegara en grandes barcos y la cultura emprendedora te dejará atrás, como a tantos otros. Por eso necesitas estudiar, porque requieres una casa, una familia, porque es absolutamente imperante ser alguien en la vida y aunque todos en la vida son alguien, hay gente que tiene carreras prometedoras y otros que nada tienen.
Algunas personas opinan que la posibilidad de escoger libremente qué hacer con tu vida, es parte de ejercer la democracia. ¿Pero qué tan real es la democracia en los institutos educativos? Después de todo, los sistemas de enseñanza son excluyentes hacia ciertas minorías, los programas escolares apoyan la cultura mediocre y principalmente, sirven para mantener al sistema andando, tal cual como está. Así, los centros de información se conforman por lo que permite el Estado, guiados por sus intereses dejan atrás materias que pudieran crear conciencia social, perpetuando la ingenuidad histórica y reafirmando al Estado como una maquina antirrevolucionaria. ¿En dónde se encuentra la democracia cultural cuando esta carece de herramientas para el cambio? La educación se basa en enseñar la norma, una norma inflexible e incuestionable, en donde las opiniones alternas se castigan o se rechazan.
La democracia se presenta como un sistema político ejercido por el pueblo, en donde las decisiones se toman en conjunto y un representante las lleva acabo o las transfiere a poderes más altos. La práctica real de la democracia es que uno puede escoger por quien votar como representante, sin embargo, los gastos de campaña, la distribución de las riquezas, los tratados internacionales, la seguridad social, entre otras cosas, quedan fuera de las manos del pueblo aunque estos sean los primeros afectados. El fracaso social de la democracia no tendría que recaer directamente en la democracia como modelo de gobierno, sino más bien en sus votantes. Un pueblo constituido por individuos sin autodeterminación, culmina en un pueblo tambaleante. Votantes sin directrices, ni capacidad de autogestión o activismo político.
La educación juega un papel primordial en las relaciones sociales, en donde se conjuga el conocimiento con el entendimiento para dar solución a los problemas de la comunidad. Lo que hay que plantearnos es que el Estado mediante la educación nos proporcione las herramientas necesarias para la concientización social o más allá de la escuela, haga llamados serios para la participación ciudadana. Si no, entonces cómo la población podrá ser un campo de inercia o control para las decisiones gubernamentales.
Existen fuerzas de control poderosas para la movilización social, cada campaña publicitaria, ya sea política o de mercado, modas de temporada o funcionarios ambiciosos, cada uno consigue a su manera que los individuos opten por ellos. ¿Quién publicita las otras opciones? Seguridad, salud, educación, ecología, empleo, protección de los recursos naturales, infraestructura tecnológica, vivienda, etc. Quizás necesitamos de grandes espectaculares plagados por todo el país, comerciales ingeniosos en los horarios estelares, anuncios en el periódico y cadenas de e-mails, para saber que necesitamos ser más demandantes con el gobierno y con nuestras propias expectativas como ciudadanos, estudiantes, maestros, padres de familia, etc. Y después de gastar millones, empezar a hacer algo.

lunes, 20 de septiembre de 2010

La política de las celebraciones

A diferencia de otros días, en México, las redes sociales en lugar de anunciar las nimiedades de los usuarios, las páginas se convirtieron en un cartel de protesta en donde la mayoría proclamaban –No hay nada que celebrar-.
Yo me pregunto en dónde estaban todos estos inconformes mientras se masacraban a las mujeres en Juárez, se declaraba la guerra al narco o validaban un presupuesto descomunal para la celebración de las fiestas patrias. Estoy de acuerdo, no hay nada que celebrar y no por que menosprecie los eventos que transformaron a una nación (por más tergiversados que sean), lo que aborrezco es la nación que somos ahora.
Supongo que tendrá que pasar otro año para que la gente de México se siente a reflexionar un poco sobre las condiciones del país y diga –uh, como que no me gusta- para después continuar con su vida mientras la gente se muere, pierden sus empleos o se les inunda la casa.
Después de todo, nosotros somos los que conformamos al país y son nuestros errores y la pasividad cotidiana, lo que deja que pasen las cosas. Somos nosotros los que no luchamos para rectificar los problemas de la nación, somos nosotros los que no protestamos para regular el presupuesto federal, somos nosotros los que decidimos ignorar en vez de hacer algo.
Si la gente se siente mejor por que una vez al año hacen protesta en el “Twitter” o el “Facebook”, bienvenidos sean, sólo espero que el día que les toque vivir la adversidad, crean que con sus actos hicieron todo lo posible para evitarla.

domingo, 29 de agosto de 2010

Sobre Debord

“La mayoría de nosotros, los que hemos hecho precisamente aquello que Debord no quiso hacer –sobrevivir al 68-, a fuerza de afirmar compromisos más o menos vergonzosos con el espectáculo dominante y con el imperio de lo falso, hemos de volver a leer LSS sin el rencor de quienes prefieren olvidar su contenido como si nunca hubiera existido, y sin la nostalgia de quienes viven en el lamento permanente por la juventud perdida; nos enfrentamos a la ingente tarea de aprender a envejecer con dignidad y con generosidad o, lo que viene a ser lo mismo, tenemos que leer LSS desde nuestras heridas, que no son sino las heridas de la historia –toda generación tiene su herida histórica, su 1968, como la de nuestros padres tuvo su 1936 o su 1945, y la de nuestros abuelos su 1917-…” (Prologó de José Luis Pardo para la edición en español de “La sociedad del espectáculo)

Cómo leer a Debord desde una generación que no ha tenido heridas, desde un sueño placido y reconfortante que parece que hubiera existido siempre. Cómo vivir ahora sin celular, sin revisar a diario el mail o las redes sociales. Hasta dónde entendemos la violencia y la pobreza cuando son sólo reportajes paulatinos en T.V. Seremos el resultado de las heridas históricas y no por las luchas dadas más bien por las derrotas olvidadas y silentes. Quizás alguien pensó – el monstruo es demasiado grande, déjenlo comernos- y nosotros ya nacimos dentro de su panza.

Ahora que el espectáculo es nuestro hábitat natural, necesitamos de su música y sus luces en todo momento, para no sentirnos solos, para no sentirnos fuera. Ya nadie quiere ser el hombre que sale de la cueva porque afuera no alcanza la señal del Wi-Fi. Así que contamos con diversas prótesis para descubrir nuestra naturaleza y representarla al resto de los demás habitantes de la panza. Cada vez más distanciados y mediatizados, somos los patrocinadores de la individualidad de las marcas y trabajamos arduamente para comprar lo que nos constituye, lo que nos aprueba.

Demasiado inmersos en el espectáculo, nada existe que no salga en “you tube” o puedas consultar en Wikipedia. Estas son las certezas modernas, los nuevos manifiestos. Mucho conocimiento al que poco sabe y por lo tanto, todo lo cree y entre tantas cosas que hay que saber, nada cuestiona.

Aunque el declive social es inminente, el desarrollo tecnológico y de entretenimiento equilibran la balanza. Es decir, perdimos coraje pero ganamos un Ipod de 4G a doce meses sin intereses. Sufrimos escasez de petróleo pero podemos ver los partidos de soccer en 3D. Muchos son los ejemplos de cómo cedemos el poder ante el entretenimiento, de cómo facilitamos la decadencia social a cambio de quince minutos de diversión y veinte de comerciales.

Nos despertamos, trabajamos o vamos a la escuela -lo que sea necesario para forjar un camino con bienes y posesiones- comemos, nos entretenemos, dormimos para nuevamente despertar. Consumimos y consumidos, día a día codiciamos lo que el espectáculo ofrece y más allá de eso, no hay nada. No existen ambiciones más allá de la oferta, deseamos lo que vemos mas no lo que imaginamos. Siendo así el producto de lo que vende el producto, un comercial extenso de nuestras propias vidas. Somos como el hamster que gira en la rueda, sin perseguir nada, sin alcanzar nada, una fuerza devoradora nos impulsa a seguir girando, un poco por ocio otro tanto por desesperanza.

Debord vaticinó las décadas consecuentes a “La sociedad del espectáculo”, desentrañó su propia época para escribir la secuela de las heridas históricas. La generación de Debord todavía cargaba entre brazos “El Capital” y se manifestaba en los mítines estudiantiles. Todavía creían en la lucha de clases y en la igualdad humana. Ideas que ahora suenan a libro viejo y huelen peor que un borracho empedernido.

Donde hayan quedado las ideas de Debord, quizás deambule uno que otro descontento por las calles. Quizás los veteranos de las utopías se sigan juntando por las noches y de vez en cuando pronuncian su nombre. Quizás la próxima generación se harte de vivir inerte y decida descubrir lo que hay afuera del espectáculo. Sino, seguiremos engordando a la panza.


miércoles, 2 de junio de 2010

Stat Counter

Si alguien mira en la parte inferior del blog, encontraran el contador de visitas. De vez en cuando sale mi lado geek y reviso las estadísticas del contador. Hasta ahora registra 1219 visitas, el 86% son usuarios de México, 4% son de Estados Unidos y el resto, en su mayoría, provienen de países sudamericanos, aunque cabe notar que tengo siete visitas de parte de la Federación Rusa. Mentiría si no dijera que siento un aire de regocijo cuando veo las cifras, me imagino cuanto espacio ocuparían 1219 personas, 1219 personas completamente anónimas para mi y yo para ellos. Sin embargo, dada la casualidad en el infinito mundo de la red, alguien le da click a mi blog. Lo curioso es que doy por hecho que nunca he escrito nada relevante, que mis faltas de ortográficas son como para denunciarme a la Real Academia Española por abuso de libertad analfabetita y que también a veces me siento responsable por escribir algo entretenido para un montón de gente que ni conozco y peor aún, ni siquiera escriben un comentario para agradecerlo. No es que lo pida ahora, es sólo que ver tantos números y círculos con diferentes colores me han llevado a tener ciertas reflexiones acerca de la soledad. Y se me ocurrió de nuevo, escribirlo.

domingo, 11 de abril de 2010

Sugar Daddy

Por si muchos mexicanos no lo recuerdan, hubo una crisis devastadora en el 94. La gente perdió sus casas y empleos, los intereses del banco llevaron a muchas empresas a la bancarrota. La violencia y los robos incrementaron como peste, mi madre siempre agarraba mi mano con fuerza para que no me robaran. Mi madre también contaba los pesos y me llevaba al parque a comer sándwich. Ella lloraba, tenía que usar las medias rotas pegadas con barniz para ir al trabajo. Tuvo que conseguir otro empleo y pasé la mitad de mi infancia encerrada en un despacho, esperando a que mi madre saldara sus deudas. Ahora está jubilada y de vez en cuando se da el gusto de viajar por el mundo buscando marido o disfruta de los paseos veraniegos con sus amigas, hasta se compró una camioneta a la que cuesta trabajo subirse. Aún así, siendo diez y seis años más vieja, no olvida que de repente puedes perderlo todo.

En el transcurso de la historia de México, a veces parece que somos una nación que nunca hubiera luchado por nada. Las televisoras que encubrieron la matanza del 68 y allanaron el Cerro del Chiquihuite, son las mismas que hoy nos transmiten la información monopolizada con los mismos rasgos de autocensura. Hablar de los partidos políticos sería un tema demasiado trillado, al igual que la educación en México y la crisis enmascarada con tierra, cual tiradero de basura. Más allá de eso, pareciera que sufrimos de algún error genético relacionado con la memoria; los aviones se caen, las granadas llueven en los festejos, las lluvias golpean las casas como granadas y a veces, las noticias que pasan en televisión, suenan a que vivimos en un estado de guerra. Después de eso, salgo alarmada a la calle y veo que la gente está tranquila, muy normal. Y me digo a mi misma, al parecer, todo está bien y no pasa nada.

Los recientes terremotos ocurridos en Haití y Chile, me hicieron pensar en la fuerza totalizadora de las decisiones políticas. En como las estructura gubernamentales pueden ser ineficientes o tenaces ante las catástrofes naturales. El terremoto acontecido en Haití, uno de los países más pobres de América Latina, tuvo un alcance de 7,0 en la escala Richter. Dejando más de 200,000 mil muertos amontonados sobre las banquetas. En Chile, con 8.8, registrado como 31 veces más fuerte que el de Haití, las cifras no oficiales no suman más de mil muertos y el país cuenta con la organización suficiente para asistir a los damnificados en sus necesidades más inmediatas.

Ni pensar qué pasaría aquí si en estos momentos sufriéramos una catástrofe, bastan unas gotitas de lluvia para saber que vivimos en un estado endeble y corrupto. Y a pesar de vivir en un medio de inconformidad permanente, de grandes carencias sociales, la gente prefiere tener actualizado su “Twitter” o subir nuevas fotos al “Facebook”. Rinden su tiempo a idiotizarse con producciones fáciles y por decirlo de alguna forma, remasterizadas. Telenovelas, Reality Shows, programas con conductores mediocres y artistas invitados de la misma compañía. Podrían televisar a un ratón recorriendo cien veces el mismo camino y aún así, tendría rating; como si cualquier imagen que apareciera en la televisión fuera por antonomasia, digna de verse.

No menciono esto por considerarme activista social o peor aún, querer mi propio programa de televisión. Simplemente, el fenómeno de lo social me parece un misterio. Como cuando dejas una cuerda en el piso y al regresar, ya tiene mil nudos. Admito que esta actividad (desamarrar los nudos), me parece un tanto ociosa, idealista y obsoleta. No busco la justicia, ni la paz social o de “hacer de este México, un México mejor”. Pero me asombra como millones de personas pueden darse por vencidas, aceptando todo lo que les den o les quiten, comiendo, durmiendo y defecando con la misma pasividad que una ostra.

Mi abuelo de joven fue un miembro activo del partido comunista, mantuvo una vida humilde y siempre fue fiel a la lucha social. Hace algunos años, fuimos a la ciudad de Morelia, lugar en donde creció mi abuelo antes de emigrar al D.F. Cuando pasamos enfrente de la universidad local, él comenzó a tener un llanto silencioso y confesó que le hubiera gustado haber estudiado una licenciatura. Con voz melancólica me dijo –Tantos sueños que murieron-.

No hace más de cuatro décadas se seguían oyendo las voces de los cambios sociales, no hace más de cuatro décadas, estudiar una licenciatura significaba asegurar tu futuro. Nosotros, los nietos, nos convertimos en los sueños muertos de toda la gente que luchó “por hacer de este mundo, un mundo mejor”. Y todo para que nos convirtiéramos en clientes, en lugar de ciudadanos.

El surgimiento del individualismo, ha tenido como resultado una apatía hacia su comunidad. Las perdidas y conflictos de regiones distantes a nosotros, se disuelven en la distancia de las comunicaciones mediáticas. Mientras las mujeres manufactureras mueren al norte del país y las dinámicas de provincia son violentadas por el narcotráfico, la gente de la ciudad sólo alcanza a percibir el incremento de costos en su consumo diario sin advertir las consecuencias.
Consejo, cuando vayas a Wall-Mart y te preguntes porqué está más cara la naranja, recuerda por quién votas, a quién le compras, qué programas ves y en qué utilizas tu tiempo libre. Después de tu seria reflexión y haber embolsado tus alimentos ricos en proteína, podrías quitar la cara de mustio(a), pagar la cuenta con tu tarjeta de crédito y evitar tus quejas esporádicas por problemas que a la par patrocinas.