domingo, 21 de diciembre de 2008

El farol de su puerta

El azar dijo: -Aquí está, enamórate y pierde-

Voltee a verla y dudé, se acerco a mí lentamente. Tocó mi frente, supo que sudaría antes de que comenzara hacerlo. Fuimos a su casa, había un parque enfrente. Antes de bajarse del carro, produjo una mueca. Su mirada fija hizo que temblaran mis brazos. Tenía frío y ella se me iba.

Con cara de decepción, musitó: -Es una lástima que esto acabe antes de empezar…y ni siquiera me has besado-

-cierto- le dije, sin querer hacer notar la pena que me producía.

Subí el volumen de la música, baje del auto. Esperé a que ella diera la vuelta y llegará hasta a mí. ¿Quieres bailar? La tomé de la mano, fue la primera vez que la hice mía.

Besé su cuello para llegar a su boca, una vez ahí, no pude parar. La empujé hacia el carro y coloqué mi pierna entre las suyas para frotar con fuerza su vagina.

Desde ese día, no he podido soltarla. Desde ese día, no ha dejado que lo haga.

El destino dijo: - Aquí está, enamórate y pierde-

Más que perder, subí unos kilos. Le gusta comer en lugares fancy y pedir “combos” en el cine. Los fines de semana nos dedicamos a dormir, coger y comer.

Le gusta embriagarse y después de la fiesta, me da por llorar como esposa abandonada. Ella promete entre lagrimas que no lo volverá hacer y cumple su promesa toda la semana hasta que llega el viernes. Pasa así, todas las semanas.

Como sea, lleva mucho tiempo haciéndome feliz y en algún momento tiene que desahogarse. La entiendo, aunque la mire con reproche cuando zigzaguea por las banquetas en la madrugada.

1 comentario:

ix dijo...

jajajaja...

pinche freud. Si, estarás de acuerdo, es para adorarla.